Silvia Forcat, de ayudanta en la granja a responsable de planta e investigadora

Sílvia Forcat Oller, enginyera mecànica per la Universitat Politècnica de Catalunya, nascuda a Collsuspina, actualment vivint a Suècia.

Siempre me ha interesado inventar y ensamblar mecanismos. De pequeña los juguetes de LEGO eran mis preferidos, pero lo que más me gustaba era ayudar a mi tío en la granja ya que reparábamos cosas, y yo le pasaba las distintas herramientas mientras él ensamblaba cosas que a mí me parecían de los más complejo. Cuando escogí el bachillerato tecnológico no fue ninguna sorpresa para mis padres, ni tampoco el escoger Ingeniería Mecánica tiempo después. La decisión fue fácil para mí. Tenía claro que quería hacer una ingeniería y la mecánica, la ciencia de los materiales y los motores eran mis temas preferidos.

Recuerdo que desde los dieciséis años y durante toda mi carrera universitaria siempre fui una de las pocas chicas en clase, si no la única. La presencia de mujeres en carreras STEM es claramente menor a la de los hombres y se nota aún más en disciplinas como ingeniería mecánica, mecatrónica, electrónica… pero esto nunca me ha echado para atrás, muy al contrario, el querer abrir camino a otras mujeres y demostrar que podemos ser iguales a los hombres siempre me ha motivado mucho y empujado a querer llegar más lejos.

Hace unos catorce años empecé a trabajar en el campo de los aceleradores de partículas, en concreto en sincrotrones, y a lo largo del tiempo me he especializado en el diseño de sistemas mecánicos para óptica y diagnóstico de fotones. Tanto en el sincrotrón ALBA (Barcelona), donde trabajé al principio de mi carrera profesional, como en el sincrotrón MAXIV Laboratory (Lund, Suecia), donde trabajo actualmente, la misión principal es permitir a los científicos realizar todo tipo de experimentos para potenciar la investigación del país a un nivel competitivo comparado con el resto de países y facilitar nuevos descubrimientos en distintos campos de la ciencia.

Mi trabajo se basa en el diseño y construcción de máquinas prototipo que se instalan en las distintas líneas experimentales. Estas máquinas no solo requieren elementos mecánicos de precisión sino también elementos electrónicos de control, alineamiento de precisión, automatización y programas informáticos únicos para poderlas utilizar y a la vez recibir datos para analizar su comportamiento.

Se podría definir el sincrotrón como un microscopio gigante capaz de observar las propiedades físicas de diferentes muestras, hasta incluso la escala atómica, gracias a un haz de fotones generado por el acelerador de partículas. Aquí es donde científicos de todo el mundo vienen a realizar sus experimentos, como por ejemplo el estudio de nuevas vacunas y otros fármacos contra la COVID-19, el desarrollo de nuevos materiales metálicos para baterías, el estudio de las propiedades de los músculos animales y humanos, la identificación de los materiales usados en piezas de arte antiguas, o incluso determinar los distintos materiales incrustados en meteoritos caídos a la Tierra. Las técnicas utilizadas son muy diversas, e incluyen la difracción, la absorción, la microscopia y la tomografía, entre otras.

El saber que mis diseños contribuyen de alguna manera a hacer posibles estos descubrimientos y publicaciones me hace continuar amando cada día la ingeniería y mi trabajo. Uno de mis sueños sería que uno de mis diseños fuera usado durante los experimentos de un futuro ganador del premio Nobel. Por ahora no es el caso, pero siento una gran satisfacción por las publicaciones científicas que han dado fruto en las líneas experimentales donde he trabajado.

Una de las partes que más me gusta de mi trabajo es el ambiente internacional del sincrotrón. Ingenieros y científicos de distintas nacionalidades trabajan conjuntamente en los proyectos y experimentos, y el inglés es el idioma oficial de trabajo.  Cada uno de los trabajadores aporta especialidades distintas, de modo que todos enriquecen al grupo en general. 

Hace unos años tuve la suerte de trabajar en la Universidad de Stanford, en California. Allí crecí como persona y como profesional. Nunca había estado tan lejos de mi familia y amigos y tuve que espabilarme en todos los ámbitos de mi vida. No solo tuve que adaptarme al país sino también al ritmo de la zona de Silicon Valley, que mires donde mires estás rodeada de las empresas más punteras en la tecnología actual. Esto hace que los requerimientos y expectativas en cada trabajador sean muy altos. Si te paras, te quedas anticuado.

Hace dos años decidí volver a Europa, más cerca de mi familia y mi tierra. Mi puesto en Suecia me aporta un buen balance entre vida y trabajo, y eso es una gran ventaja que aprecio y valoro mucho de los países escandinavos.

El hecho de ser mujer dentro del mundo STEM no siempre me ha sido fácil, pero la ayuda incondicional de mi familia y amigos, y el tener claro dónde quería llegar y por qué, han sido muy importantes para mí. A las chicas que quieren ir a carreras STEAM les diría que sobre todo estudien lo que más les guste. Esto es lo más importante. También, que pidan ayuda cuando la necesiten: el orgullo no ayuda a nadie. Que no se derrumben al cometer errores, ya que nadie nace enseñado y sabiéndolo todo, y que salgan de sus zonas de confort, ya que es solo así como uno puede encontrar sus límites, y solo así puede aprender a romperlos! 

Sílvia Forcat Oller

ingeniera mecánica por la Universidad Politécnica de Cataluña

nacida en Collsuspina, actualmente viviendo en Suecia.

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